Un artículo reciente en la prestigiosa revista MIT Technology Review entra de lleno en el debate sobre la destrucción de empleo como consecuencia de la digitalización. La pregunta es directa: ¿Nos enfrentamos a un futuro de ingresos estancados y mayores desigualdades?. Inmersos en el día a día académico de la prestigiosa Escuela Slona de Administración y Dirección de Empresas del MIT. Andrew McAfee y Brynjolfsson han analizado las consecuencias, evolución y perspectiva para el empleo directamente afectado por la introducción de tecnología. Se apuntan a la tesis keynesiana de que el rápido crecimiento tecnológico ha estado destruyendo trabajos a un ritmo mayor del que los está creando, contribuyendo al estancamiento y a la desigualdad no sólo en EEUU, sino también en otros países de nuestro entorno.
Del análisis que hace Brynjolfsson y McAfee, la conclusión más importante tiene que ver con la relación que establecen entre empleo y productividad. Lo que denominan "el gran divorcio". Es evidente, como plantean en la MIT Technology Review que el factor clave en este debate es la productividad. Definida como el valor económico creado por una unidad dada de producción, por ejemplo una hora de mano de obra. Es el principal indicador del crecimiento y la creación de riqueza. En otras palabras, es la medida del progreso de una sociedad. Las tesis de Brynjolfsson se apoyan en un gráfico con dos líneas que representan la productividad y empleo respectivamente en Estados Unidos. Según sus datos, los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las dos líneas iban en paralelo, el aumento de puestos de trabajo correspondía a aumentos en la productividad. El patrón queda claro: según las empresas generaban más valor gracias a sus trabajadores, todo el país se hacía más rico, lo que impulsaba una mayor actividad económica y creaba aún más puestos de trabajo. Pero a partir del año 2000, estas dos líneas empiezan a divergir; la productividad sigue creciendo con fuerza, pero el empleo decrece de repente. Para el año 2011 ya existe una brecha significativa entre ambas líneas, se observa un crecimiento económico sin que haya un aumento paralelo en la creación de puestos de trabajo. Es por esto, por lo que Brynjolfsson y McAfee lo denominan el "gran divorcio". Y Brynjolfsson está convencido de que la tecnología está detrás tanto del saludable aumento de la productividad como del débil aumento de los puestos de trabajo.
En realidad, Bynjofsson y McAfee no hacen sino confirmar la tendencia que sigue el empleo cuando comienza una revolución industrial. La introducción del telar mecánico supuso la destrucción del 90% del empleo en el sector textil durante los primeros años. Sin embargo, 30 años después, el empleo directo e indirecto en el sector había aumentado en un 4400%. Aumento del empleo a medio/largo plazo ligado a un aumento de la productividad y mejoras en las condiciones de trabajo. El "gran divorcio" es realmente la confirmación de que estamos ante la cuarta revolución industrial.
El Almirante Sanjurjo discrepa radicalmente de los dos economistas del MIT. Director de la factoría de Navantia en Cartagena durante varios años y uno de los máximos artífices de la implantación del Astillero 4.0. Sanjurjo y su equipo adaptaron a la fabricación naval los paradigmas de la Industria 4.0 creando este novedoso concepto. Utilizando sus propias palabras, "La tecnología puede destruir empleo, pero su desarrollo lo crea". "Podríamos pensar que, al haber un mayor nivel tecnológico, se podría destruir empleo, pero los propios desarrollos tecnológicos van a requerir nueva mano de obra, en investigación, en desarrollo y en diseño". Es precisamente en este punto, donde la formación en nuevas capacidades se convierte en un factor clave. Porque esa destrucción de empleo momentánea en sectores manufactureros, va a ser sustituida directa o indirectamente por empleos de mayor cualificación y especialización.
En este punto debemos responder a esa gran pregunta, planteada también por MIT Technology Review: ¿son responsables estas tecnologías realmente de una década de pobre crecimiento del empleo? No existe unanimidad en la respuesta entre los expertos del sector. De hecho, los datos disponibles no permiten ser concluyentes en ningún sentido. De hecho, economistas de la Universidad de Harvard como Richard Freeman plantean la dificultad de separar y compartimentar los efectos que la tecnología tiene sobre otros sectores y efectos macroeconómicos. La cuestión radica en si la tecnología ha sido la única responsable de cambiar de forma tan abrupta un rango tan amplio de sectores de forma tan rápida como para hacerla responsable directa de los datos de empleo.
En 140 años la tecnología ha creado empleo neto
Cualquier estadística que tenga intención de ser concluyente debe partir de un gran número de observaciones durante un periodo significativo de tiempo. Analizando 140 años de datos sobre empleo y tecnología, The Guardian evidencia lo que muchos sostienen: La tecnología no destruye empleo a largo plazo, lo especializa y mejora la productividad. El estudio de la población activa en Inglaterra y Gales desde 1871 concluye que la introducción de tecnología ha supuesto creación de nuevos puestos de trabajo. Al contrario de lo que sostienen algunos analistas que preveían la obsolescencia del trabajo humano.
El estudio desarrollado por un equipo de Deloitte, arroja luz sobre la relación entre el empleo y el crecimiento de la tecnología a lo largo de 140 años. Las conclusiones son claras, la tecnología se ha convertido en una magnífica máquina de creación de empleo. El estudio no sólo analiza el efecto en las ocupaciones tecnológicas y su crecimiento. El efecto macroeconómico de la introducción de tecnología y mejora de la productividad también tiene efectos directos en otros sectores.
Cabe destacar el crecimiento en más de un 400% del personal de la hostelería o el incremento en el número de peluqueros. El aumento del poder adquisitivo global creando nuevas demandas y nuevos trabajos pueden estar detrás de estos incrementos del empleo en otros sectores. Ian Stewart sostiene que el análisis de las estadísticas de empleo a lo largo de los años dibuja un panorama de equilibrio. El análisis del empleo por sectores dibuja una tendencia en la que el desempleo en determinados sectores como la agricultura o la manufactura son sobradamente compensados con nuevos empleos en sectores como el artístico, el tecnológico o los servicios financieros. A lo largo del tiempo, la tecnología ha ido asumiendo las tareas más difíciles y peligrosas. Las máquinas estarán centradas en las tareas más repetitivas y laboriosas. En el análisis de los últimos 150 años nada parece indicar que pueda eliminarse la contribución humana en el mercado laboral.
La MIT Technology Review también apunta en esta dirección. "Por lo menos desde la Revolución Industrial, que comenzó en el siglo XVIII, las mejoras en la tecnología han ido acompañadas de un cambio en la naturaleza del trabajo, al mismo tiempo que destruían algunos tipos de trabajo en el proceso. En 1900, el 41 por ciento de los estadounidenses trabajaban en el sector agrícola; para el año 2000 esa cifra era de solo el 2 por ciento. Igualmente, la proporción de estadounidenses empleados en la fabricación ha caído del 30 por ciento en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, a alrededor del 10 por ciento en la actualidad, en parte debido a una mayor automatización, sobre todo durante la década de 1980".
En este panorama, el cambio tecnológico y la digitalización requiere grandes esfuerzos en formación. Estos cambios pueden resultar difíciles para los trabajadores que deben adaptar sus habilidades y conocimientos a las nuevas necesidades del mercado.
Lawrence Katz, economista de la Universidad de Harvard, afirma que no hay un patrón histórico que demuestre que conduzcan a un descenso neto del empleo en un periodo de tiempo prolongado. Katz ha investigado en profundidad cómo han afectado los avances tecnológicos al empleo a lo largo de los últimos siglos -describiendo por ejemplo cómo los artesanos más hábiles de mediados del siglo XIX fueron sustituidos por trabajadores menos cualificados en las fábricas-.
Termino con el análisis de Lawrence Katz para la MITTR. A pesar de que los trabajadores pueden tardar décadas en adquirir la experiencia necesaria para los nuevos tipos de empleo. El análisis de The Guardian prueba empíricamente lo que Lawrence Katz aventura para el futuro: "nunca nos hemos quedado sin empleos. No existe una tendencia a largo plazo de eliminar el trabajo de la gente. En el largo plazo, las tasas de empleo son relativamente estables. La gente siempre ha sido capaz de crear nuevos trabajos. A la gente se le ocurren nuevas cosas que hacer".